Capítulo 36

Poker de ases

Terminamos la comida. Todos nos levantamos para echar una siesta, prepararse para misiones futuras o, simplemente para pasear por la ciudad y matar el tiempo.

Nosotros tenemos una cita con el cliente. Mari, Mister Patterson y yo entramos en la pequeña salita que está acondicionada para tomar café.

–¿Tienes ya el informe preparado para cuando venga el coronel alemán? –

–Sí, el hombre va a quedar totalmente satisfecho, estoy seguro. –

–Perfecto. Lo importante es que quede todo finiquitado. No te creas, a mí no me hizo ninguna gracia el tener que enviar a uno de mis gilipollas a ese tiempo y lugar tan complicado pero el cliente pagaba bien y esto es, al fin y al cabo, un negocio. –

–Ya, lo importante es el dinero y nada más ¿No? –

–No lo mires desde ese punto de vista. Cualquier misión es tan peligrosa o placentera como cada uno sea capaz de desenvolverse en ellas. ¿Recuerdas Roma? En el fondo no te fue del todo mal. –

–Y una mierda, Patxi, cuando uno va a esos sitios y a esas épocas tan desconocidas, se convierte en un pelele que se mueve según la música de unos acontecimientos que no controla en absoluto. Salir de allí con vida o pasarlas bien putas es algo que escapa de cualquier control de los gilipollas. –

–Bueno, ese es el trabajo. Si fuese sencillo enviaríamos a personas con sentido común y no a vosotros. –

–Precisamente de eso queríamos hablarle. – interviene mi Mari.

–Pues vosotros diréis. –

–Mi marido y yo lo hemos estado hablando largo y tendido y hemos llegado a una conclusión inamovible. –

–¿Y? –

–Dejamos el trabajo. En cuanto JuanVi despache a ese coronel lo mandamos todo a tomar por culo y volvemos a España. –

Mister Patterson parece poco sorprendido y no reacciona tal y como habíamos previsto mi Mari y yo.

–La verdad es que no me sorprende. Supongo que esta experiencia tan dura os ha acobardado. Pero yo no soy quien para censurar a quien se ha jugado el pellejo tan brillantemente. En todo caso os quedo muy agradecido por vuestro trabajo impecable. Adiós.–

Mari y yo nos miramos. Yo sé que ese viejo zorro es mucho más inteligente que nosotros y esconde algo en la manga. Como buen vasco no se rinde a las primeras de cambio.

–¿Y eso es todo? –

–Efectivamente. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Considero que el trabajo está bastante bien pagado y en cuanto a si las misiones son peligrosas o no, eso entra en el sueldo. –

–Nada compensa perder la vida en algún calendario caducado hace muchos años. –

–Cierto, pero hay quien mataría por conocer a personajes célebres, a vivir en épocas pasadas de las que los libros de historia tanto hablan y a lugares hermosos que han cambiado totalmente con el paso del tiempo. ¡Un prodigio! –

–Lo tenemos decidido. Nada puede hacernos cambiar de idea. –

Y es entonces cuando este viejo embaucador saca de la manga un póker de ases.

–Es una pena. Precisamente ahora estoy cerrando un contrato con la Universidad de Yale. Están muy interesados en un asunto maravilloso relacionado con el antiguo Egipto. Una misión que parecía a medida para vosotros dos.–

–¡Egipto! – exclamamos mi Mari y yo al unísono. Siempre habíamos planeado el sueño imposible de ir a ese lugar pero por cuestiones económicas o de inestabilidad en la zona, lo habíamos descartado definitivamente.

–¡Haberlo dicho antes! – Mi Mari ha pasado de la apatía a la excitación más absoluta.

–Es una pena. Se lo daré a Horacio. Dimitri no pega ni con cola en ese ambiente. No podría hacerse pasar por un auténtico egipcio antiguo.–

–Vamos, vamos, Patxi. Tampoco tenemos tanta prisa en abandonar la empresa. Estamos un poco cansados porque acabamos de regresar de Verdún pero en un par de días estaremos como nuevos. O mejor, tomaremos unas breves vacaciones relajantes y como nuevos.–le digo poniéndole mi mano en su hombro.

–¿Entonces qué? –me dice como si estuviese realmente fastidiado pero con una sonrisa que apenas puede disimular.

–Nos vamos a Egipto, cuenta con nosotros. – dice mi Mari con una cara de alegría desbordada y casi infantil.

Mister Patterson apura su taza de café y comienza a salir de la habitación.

–Os espero a las dieciséis en punto en mi despacho. El coronel Stupiden estará esperando para que le demos el informe completo acerca de la misión. Debéis ser estrictamente puntuales. –

Cuando quedamos a solas, nos miramos con una mezcla de entusiasmo y temor.

–Ya nos ha liado este cacho de cabrón. Teníamos claramente decidida nuestra marcha y ahora volvemos a estar con la mierda hasta el cuello. – le digo a mi mujer.

–Pero ha pronunciado la palabra mágica: “Egipto” ¿Cuántas veces hemos soñado con ir allí y ver tantas maravillas? Ahora por fin podemos hacerlo y encima cobrando. –

–No te engañes. No viajaremos al Egipto actual lleno de comodidades modernas, hoteles, guías turísticos y toda la pesca. Ni siquiera sabemos en qué consistirá esta nueva misión. Ya te digo yo que, por experiencia, no va a ser un viaje sencillo. –

–¿Y qué importa? No puede ser peor que Verdún.

Apuro yo también mi taza y la miro con seriedad.

–¿Estas segura? –

–No. –

–Pues eso. –

–Hay algo de lo que me ha dicho que me ha gustado.–

–Ah sí, ¿Qué?–

–Es una misión para los dos. Me imagino ya al lado de Cleopatra o Nefertiti. ¿Quién sabe? Igual me enredo con Marco Antonio y le pongo los cuernos a la faraona y de paso a ti.–

–Menos lobos, Caperucita. Lo más seguro es que nos toque estar picando piedras a pleno sol para hacer pirámides o Dios sabe que.–

–Bueno, en todo caso, si no funciona como deseamos, nos volvemos con la regata del culo llena de arena del desierto y a otra cosa, mariposa. –

–¡Hay que joderse lo gilipollas que somos! Hemos picado como besugos en una charca. –

Mari apura su café y deja la taza en un pequeño fregadero.

–Vamos, tenemos que preparar la reunión de esta tarde. ¿a ti también te han dejado un cofre de madera con las ropas que trajiste de Francia? –

–Sí, mi viejo uniforme de enfermera. Lo conservaré como un recuerdo perpetuo de aquello. –

–Perfecto, pues ahora subimos y nos ponemos nuestros trajes de combate, vamos a hacer una puesta en escena de tal calibre que al soso de Stupiden se le van a caer las pelotas al suelo. –

–¿Crees que es necesaria toda esa parafernalia? Yo preferiría ir vestidas con uno de estos preciosos modelitos que me acabo de comprar.–

–Hazme caso por una vez en tu vida. Lo tengo todo previsto. Recuerda que no hemos cumplido la misión al completo y tenemos que engañar a este cacho mula con estrellas. Lo que nos ha hecho padecer lo va a pagar con creces. –

–De acuerdo, voy a confiar en ti y me volveré a disfrazar de enfermera. Es una pena que mi uniforme no lo hayan lavado ni planchado. Sigue oliendo a chozo y conserva motas de sangre y barro. No me gusta ir vestida con la ropa llena de mierda. Ese coronel va a pensar que somos unos guarros. –

–Le importará mucho a ese tipo. Lo único que quiere es apoderarse de algo que pertenece al convento. Él conoce el contenido porque se lo contaría sor Chuminé en alguna tertulia después de cenar junto a una chimenea o algo por el estilo. Es un cabrón de primera que no ha tenido huevos de ir él mismo a recogerlo. –