Los celos de Don Nuño
Don Nuño
Abrid presta ya la puerta.
Así lo exijo a vuecencia.
Ordenadlo a la doncella.
Lo juro por mi conciencia
se me agota la paciencia.
Doncella
¿Qué hago ahora, Señora?
Pues he de verme de luto
si en abriendo aquesta puerta
aparece aquí este bruto.
Marquesa
Suena mi voz lastimera.
Mas ya tomé decisión,
que aunque no sea certera,
abrid presta ya el portón
y sea lo que Dios quiera.
Doncella
Dejad ya de aporrear
La puerta, señor don Nuño.
Como podéis comprobar,
si dejáis en paz el puño,
la abro, podéis entrar.
Don Nuño
En vuestra alcoba me adentro
con el permiso de vos
y me postro muy atento
suspirando vuestro aliento
cual aroma de alcanfor.
Doncella
Falto andáis vos de finura.
Al cuarto de mi señora
penetráis como una ola.
Que pareciese un Mihura
entrando a puerta gayola.
Don Nuño
Vieja bruja entrometida
no me llaméis a porfía.
Marquesa, decid querida,
¿Cómo la noche y el día
soportáis aquesta harpía?
Marquesa
No paréceme adecuado,
entréis en mi habitación
golpeando y voceando
comprometiendo mi honor.
¿No tenéis educación?
Don Nuño
No me lo tomes a cuenta.
Son las cosas del amor.
Mancillar de vos honor
no fue nunca mi intención.
Mas subo a la habitación
por sospechar de traición.
Doncella
No son formas, caballero,
sofocada yo me hallo.
¿No deberías primero
enviar algún vasallo
que me avisare altanero,
bien a pie o a caballo,
cual servicial mensajero
vuestra visita ¡Carallo!
Don Nuño
Me contengo en contestaros.
No pierdo tiempo con vos.
La lengua he de cortaros,
y lo digo sin reparos,
si no calláis vuestra voz.
Doncella
En mí no tenéis el mando.
Sólo sirvo a mi señora.
Mas me lo estoy yo pensando,
viendo cual aterradora
vuestra espada está colgando,
si he de callarme… me callo.
Don Nuño
Decidme presta, señora,
Pues mosqueado me hallo.
De vuestra ventana ahora,
donde mi señora mora,
una escalera colgando
vi yo desde mi caballo.
Mi cara quedóme mustia
Al pensar en qué se yo.
E invadióme tal angustia
cegado por la pasión
de que hubiese aquí un señor.
¡Un señor que no soy yo!
Marquesa
¿Un caballero en mi alcoba?
He sido ciega hasta ahora.
Vuestro amor a mí no adora.
Nuño, me estáis insultado.
Y os pregunto presta ahora:
¿Por quién vos me estás tomando?
Don Nuño
No hay montaña ni campo
más grande que mi vergüenza.
Si os estoy insultado
con mis arteras bajezas
vos misma estaréis notando
que se me fue la cabeza.
Doncella
Si hombre. ¡Vaya por Dios!
Estais muy perjudicado
por los celos del amor.
Pues os habéis figurado
acaso hayan entrado
Un hombre, o tal vez dos.
Marquesa
Leonor, ni fiel doncella
dejad de tentar al juego.
Mediando en esta querella
echando más leña al fuego.
Y vos, Don Nuño, marchaos
os lo mando y os lo ruego.
Don Nuño
Perdonadme, mi señora,
Si os he soliviantado.
Mis celos vieron la hora
de actuar sin más demora
pues soy hombre enamorado.
Doncella
Habéis de saber, mi ama,
que este bruto cachalote
está buscando en la cama
más que el amor de una dama
la cuantía de su dote.
Don Nuño
¡Os juro por Satanás
he de cortaros la lengua!
¡Que Dios mi espada detenga,
pues no aguanto tal afrenta
y voy a desenvainar.
Marquesa
Dejad en paz a mi sierva.
No son formas, caballero.
Antes que mi sangre hierva
del coraje que me enerva.
Me tratáis como una cierva
en las jornadas del celo.
Don Nuño
Razón tenéis, mi señora.
Y ahora reparo en ello.
Mas aprovecho que ahora
la tengo asida del cuello,
responda sin más demora
con el último resuello
la pregunta que me atora
y muero si no resuelvo.
Doncella
Soltadme ya, querubín
pues estáis haciendo daño.
¿Qué pretendes vos de mí?
Don Nuño
Saber si hay un engaño.
¿No habréis visto por aquí
al necio de Don Martín?
Marquesa
Con él mi tiempo no pierdo.
Si le he visto, no me acuerdo.
Marchaos sin dilación
pues es noche muy cerrada.
Me tenéis bien enojada.
salid de mi habitación
y soltad a mi criada.
Don Nuño.
Así lo haré. Perdonadme.
Ved como suelto a la bruja.
Pero antes de marcharme
duda has de despejarme
que mi corazón estruja.
Marquesa
En su momento debido
habréis de tener sabido
lo que tenga decidido
con respecto a mi marido.
Don Nuño
¿A que vienen esas dudas?
¿Acaso no tienes claro
que tendremos la ventura
de vernos los dos casados?
Me turba, he de avisaros…
Marquesa
Dejaos de tanta lisonja
pues no tengo decidido
si seréis vos marido
o he de meterme a monja.
Doncella
Hay le has dado, Rosalba.
Con vuestra mirada tierna
y tristeza sempiterna
este esta noche se larga
con el rabo entre las piernas.
Don Nuño
Pues observad mi puñal,
el que mi mano sostiene.
Compañero servicial,
ha de servirme cabal
siempre dispuesto a matar.
Doncella
Pues si os lo vais a hincar
en el pecho o en la tripa
no os debéis demorar.
Un segundo ya es tardar,
en mataros, daos prisa.
Don Nuño
¿Quién os asegura a vos
que he de ser el primero
cuando estando aquí las dos
un hombre muerto de celos
cometa crimen atroz
que comenzando por vos
rodares muerta en el suelo?
Pues por todos los demonios
que conozco mi destino.
Esto acaba en matrimonio,
cuando sea convenido,
o acabo recluído
en prisión o manicomio.
Doncella
¡Hay que joderse! Marquesa
lo que son estas costumbres
de ir matando las piezas
si a alguien no le interesa
quedar en la incertidumbre.
Don Nuño
Parece que habéis hablado
Como si no fuera nuevo
lo que le habéis relatado.
¿Acaso en aquesta noche
otro hombre despechado
os hubiera amenazado?
Doncella
Heme ya acostubrado
a tratar con caballeros,
artesanos y escuderos
que a la que le dices nones
sacan prestos los aceros
y amenazan altaneros
con matarse, mas primero
quieren por sus santos huevos
cargarse a otros primero.
Don Nuño
Son cosas muy masculinas
resolver estos inciertos
matar a diestro y siniestro
cuando bocas femeninas
no dicen a ciencia cierta
que el amor de hombre acepta.
Doncella
Pues no sé yo que deciros
pero llaman a la puerta.
Así que vos decidiros
pues presta he de advertiros
que si no os dais el piro
la abro y la dejo abierta.
Maquesa
Están llamando con saña
Escondeos, os lo ruego.
Pues será de mal avío
que me viesen sorprendida
en mi alcoba con un tío.
Comendador
Abrid Marquesa Rosalba
Pues es asunto importante.
Marquesa
¿Y qué es tan imperante
lo que tenéis que decir
que no tengáis un instante
y mañana, Dios mediante,
me lo podáis referir?
Comendador
El informaros que al alba
tendréis que ser complaciente
y recibir con gran gala
al Tutor de los Infantes
Pues viene ya de camino,
al parecer impaciente
para cerrar con atino
vuestra boda, es urgente.
Marquesa
Presto escondeos, Don Nuño
Por mi honor y por mi fama
Don Nuño
No os preocupe, Marquesa.
Por el honor de mi dama
has de verme con destreza
meterme con ligereza
debajo de vuestra cama.
Doncella
¡No! pues es sitio socorrido
cuando un hombre acojonado
busca no ser sorprendido
por maridos engañados.
Don Nuño
Pues razón a vos os sobra
¡Eso es de diccionario!
Y me llena de zozobra.
Que tonto he sido ¡Diantre!
al no haber mirado antes.
Me esconderé en el armario.
Comendador
Abrid, señora, os repito.
Está conmigo el Obispo.
Marquesa
Pues me pilláis de imprevisto.
Esperad. Ahora me visto.
Doncella
En el armario no puedes
meter tu panza, Don Nuño.
Pues es mejor si quisieres,
para salvar a tu dama
saltares por la ventana.
Don Nuño
Ni pensarlo. ¡Qué diablo!
Ya lo tengo decidido.
No voy a ser sorprendido.
Y al verme comprometido:
Yo me meto en el armario.
Doncella
¡Señora que se ha metido
en el armario ropero!
Donde se halla escondido
Don Martin, el caballero.
Pensar y pensar no quiero
si debajo de la cama
mirase hubiere primero
y hallase sorprendido
tembloroso a mi escudero.
Marquesa
Abrid la puerta ligera
pues en entrando el Obispo
junto con el judiciario
no ha de haber escandalera
desde dentro del armario.
Doncella
Abro sin hacer requiebro
al Obispo, su eminencia.
Yo ya no sé lo que pasa
pero es equivalencia
entren a su residencia
como Pedro por su casa.
Marquesa
Abrid sin hacer reproche
¡Joder que menuda noche!