A la luz de la luna
Doncella
Señora ya veo a uno
subiendo por la escalera.
Es el escudero tuno
cantando su escandalera
el que trepando aquí llega.
Marquesa
El que un desconocido
entre en mis aposentos,
por faltar al Sacramento,
no es a los ojos de Dios
cosa de satisfacción.
Doncella
Pues debe ser el diablo
y no las cosas de Dios.
Pues ándome yo mirando
y después de recontarlo:
que no es uno. ¡Son dos!
Don Martín
Ya que por eso subiste
de los dos el que es primero
tened la prudencia en ristre
asomaros, escudero
y decidme lo que viste.
Doncella
A mis brazos presurosos,
trovador de mil cantares,
entrad y sed bien gozoso
con tus versos bien fermosos
en buen lugar os hallares.
Gilipollas
¡Deteneos don Martin!
No subas más la escalera
Pues ¿Cómo yo os lo dijera?
Una que me pareciera
o ser momia o ser fiera.
Doncella
No decís frases fermosas
a una dama como yo.
Echo de menos el tiempo
que sirvientas y escuderos
se decían otras cosas
con un clavel o una rosa?
Marquesa
¿Acaso ves educado
el llegar hasta la alcoba
y teneis por adecuado
acosar a una señora
así como si tal cosa.
Gilipollas
A vuestros pies yo me postro.
Vos debéis ser la Marquesa.
Bien se me turbó mi rostro
al creer que aquesta vieja
fuese la dama traviesa
que a mi señor embelesa
y parecióme a mí un mostruo.
Disculpadme, por demás,
aqueste modo de entrar.
Don Martín
Ayudadme Juan Vicente,
Se me enredaron las ropas.
Acudid urgentemente
antes de que coma sopas.
Pues si caigo de repente
he de quebrarme los dientes.
Marquesa
¿Sois vos, Martín,
el que desde la escalera
arma tal escandalera
que mis pulsos acelera?
Doncella
El mismo que viste y calza.
Pues si por un infortunio
no fuese él Don Martín
y le colgase una panza
no tardare en dirimir
se tratase de don Nuño.
Marquesa
Ayudadle escudero
a rematar la escalera.
No quiero que diga luego
que se partió las caderas
por meterse a mujeriego.
Don Martín
Rosalba, mi Marquesa.
La musa que me embelesa,
la dama de mis reposos.
La cara que se presenta
cuando yo cierro mis ojos
y os veo como esposa
de este que sea tu esposo.
A vuestros pies yo me postro.
Doncella
Pa mi que tenéis un rostro…
Marquesa
Martín de mis entrelelas.
Caballero de mis sueños.
El que a la luz de las velas
a riesgo de quedar ciega
noche tras noche desvela
y os desea como dueño.
Don Martín
Observad pues, escudero,
hecho estoy de otra pasta.
Sin necesidad de enredos
ligamos los caballeros
Ahora vas y lo cascas.
Doncella
Pues no es cosa muy cabal
sorprender a vuestra dama
cuando se iba a acostar.
Para las cosas de cama
no es bueno el pundonor
pues sale perjudicada
de las damas el honor.
Don Martín
Silencio, Os mando callar.
Jamás doncella plebeya
debe a un noble de juzgar.
Además fue idea vuestra
la escalera descolgar
al ver a mi fiel vasallo
sus canciones afinar.
¡Mira quien ha ido a hablar!
Doncella
No es lo mismo, caballero.
Y no colméis mi paciencia.
He de advertiros primero,
para que sepa vuecencia,
existe gran diferencia
entre nobles y escuderos.
Marquesa
Tiene razón mi doncella.
Pues no obra con atino
Un caballero ladino
que subiendo cual centella
ponga en riesgo el destino
de su dama y su estrella.
Doncella
¿Desde cuándo un caballero
que se vista por los pies
como vulgar zorro en celo
entra por los gallineros
cometiendo tal revés?
Don Martín
A fe que teméis ganado
por tener suelta la lengua
Un sopapo muy bien dado.
Mandaré a mi criado
con algo os entretenga.
Ahora estoy ocupado.
Gilipollas
Don Martín ¡Si no me suelta!
Pues me tiene tal aprecio
enredadado entre sus brazos
mas pareciera yo un necio.
Leonor es como un mono
colgándose de un trapecio.
Marquesa
¿A qué has venido Martín?
Pues no soporto el sopor
de tenerte junto a mí
declarándome tu amor
y aumentando mi dolor.
Don Martín
Mañana has de elegir
Entre ese bruto y yo.
Y al Tutor a discernir
cual sea tu decisión.
Mirad mi puñal en mi puño.
Si me das tu convicción
que decidas a Don Nuño,
pongo por testigo a Dios
que he de matar primero
al bueno de mi escudero
y después me mato yo.
Gilipollas
¿Qué escuchan mis orejas?
Que si por facer mi oficio
Me matas como a una oveja
¿Qué es ese sacrificio?
Cierto que soy de tu coya,
Pero escucha que te digo
¿Muerto yo? ¡Y una polla!
Doncella
¿Una polla?
Gilipollas
Como una olla.
Maquesa
Os ruego no hagáis locuras
Martín, tenedlo por cierto,
el tiempo todo lo cura.
Veo llegado el momento
Bajo la luz de la luna
De deciros lo que siento.
Don Martín
Os escucho enamorado.
Poned fin a mi agonía.
Mi puñal ya he guardado.
mas si no fuera de agrado
y no quisieras ser mía,
de su cintura colgando
la espada de mi criado
ha de hacerme tal recado
que el mundo dirá asombrado:
Que afilada la tenía.
Gilipollas
Doncella esconded mi espada.
Pues me entra tal pavor
al ver tan perjudicada
la testa de mi señor
que tuviera dedicada
la vida de un servidor.
Don Martín
¿Por qué no calláis los dos?
¡Os juro que con mis hierros
por mi fe y por mi honor
pronto veréis los infiernos
Juan Vicente y Leonor!
Marquesa
Callaros ya sin demora
pues es la conversación
de un Noble y su Señora.
Don Martín
Decid vuestra decisión.
Mi corazón no lo amaino
Y me turba la razón.
Gilipollas
Creo que yerro muy poco
Al pensar que de repente
Don Martín se ha vuelto loco
Y se muestra repelente.
Don Martín
Os Advierto, Juan Vicente
Que como dije a mi Dama
Mi corazón no lo amaino.
Traedme presto la espada.
Voy a desenvainar…
Y desenvaino.
Doncella
Escudero os aprecio.
Mas a vuestro caballero
No le hagáis ningún aprecio
Pone a tu vida su precio.
Pues pensando como un necio
os culpa de sus desprecios
Don Martín
¿Entonces síes o nones
contestáis a mi pregunta?
No hay aire en mis pulmones.
Poned fin a mi emoción.
Ved esos dos mofletones
debajo de mi mentón
No se trata de flemones
¿Cómo os diría yo..?
Doncella
Presto lo adivino yo.
Eso son vuestros cojones.
Marquesa
Leonor cuidad las formas.
¿No tenéis educación?
Y soltad a Juan Vicente
que está cogiendo la horma
de vuestro agarre indecente.
¿Por qué no sois más decente
y lo sacas de mi alcoba?
Gilipollas
Don Martín yo os imploro
me dediques un segundo.
Temo llegado mi turno
de que me coma esta loba
conduciéndome a su alcoba.
¿Qué digo una loba ¡Un loro!
Pues sospecho taciturno
No haya agua en este mundo
Ni océanos profundos
Que se igualare a mis lloros.
Don Martín
Dejad de darme la lata
que no será para tanto.
Marquesa
Tenéis razón Don Martín
¡Que dos patas para un banco!
Don Martín
A lo nuestro vida mía.
Venid hacia la ventana.
pués esta misma mañana
compuse la poesía
que creo muy adecuada
para encantar a mi Dama.
Marquesa
Os escucho vehemente.
Mas antes de recitarla
he de soltarle una charla
A mi doncela impaciente:
¡No sobéis a Juan Vicente!
Pongo mi alma a la escucha
a vuestra ofrenda de amor
con pasión y con vervor
os abro mi corazón
a lo que me recites vos.
Don Martín
¿No es verdad ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Gilipollas
Buenooo. ¡Ya estamos!
Al autor le da un perrenque
como vea de repente
que se le van de las manos
las trampas de este fulano.
Le llevaré al calabozo
bodadillos de tortilla
cuando detengan al mozo
a no tardar mucho rato
por plagiar en el relato
otra vez, con desacato
los poemas de Zorrilla.
Doncella
¡Están llamando a la puerta!
con tremendos golpetazos.
¿Qué he de hacerle, señora?
Pues si abro nos sorprenden
Con este par de pazguatos.
Marquesa
Preguntad a ver quién es
y que pretende a deshoras.
No está bien aparecer
ni siquiera pretender
que abramos la puerta ahora
donde duermen las señoras.
Doncella
¿Quién va y que queréis
perturbando nuestro sueño?
¿Acaso no suponéis
que no nos sorprenderéis
durmiendo como dos leños?
Don Nuño
Soy Don Nuño de Braganza.
Señor de vos y tu dueña.
Abrid presta la cancela
Vengo ciego de venganza.
Mi ira mis ojos ciega
desde que vi la escalera
colgando bien traicionera.
Doncella
Pues abrir la puerta no
entra dentro de mis planes.
Tal vez fuera porque yo
Soy guardiana del honor
De mi señora, Señor.
A más de sentir pudor
De abrir sin ningún rubor
A hombres tan animales.
Don Nuño
Un escudo en mi brazo
y con mi espada en el otro
debéis de tener cuidado
con lo que decís, doncella.
Y pánico a vos os diera
si por ventura supieras
con lo que estoy yo llamando.
Marquesa
Apresuraos, Martín
y escondeos presuroso
Pues no creo para mí
sea bien venturoso
que se cuente ya por ahí
que a dos hombres metí
En mi alcoba ¡Que sofoco!
Don Martín
¿Esconderme? Ni lo pienses.
Eso suena a ordinario.
Mas si os sirve de algo
y eso pudiera aliviaros
me meteré en el armario
Doncella
Y vos, escudero fiel
tras las cortinas no vayas
Pues no funciona el riel
No vaya a ser que se caigan
y se descubra el pastel.
Para salvar a las damas
de aventuras mundanas
desde siempre se ha sabido
tener al amante escondido
debajo de alguna cama.