Termino la tarea de realizar mis actividades más humanas y tras ajustarme la corbata y asegurarme de que estoy de nuevo correctamente vestido, bajo al segundo piso en donde esta gente debe estar ya esperando. ¿Llevo al bragueta abierta? No. Todo correcto.
Efectivamente, no hay nadie en la puerta. Deben estar ya todos en el despacho de Mister Patterson esperando. Golpeo con los nudillos la puerta hasta que oigo desde el interior la voz de Mister Patterson decir: “adelante”.
Allí dentro están todos, Mister Patterson, mi Mari y tres individuos de lo más peculiar, son los nuevos clientes..
–Buenos días. – saludo mientras me observan con cierta curiosidad.
Mister Patterson me mira con semblante serio. No le ha agradado en absoluto mi retraso. Ya se sabe lo maniático que es este hombre cuando se trata de rivalizar con el reloj.
–¿Es usted el gilipollas del que tanto hemos oído hablar? – pregunta un tipo extremadamente delgado y con una nariz con la que se podría hacer perfectamente la mudanza de una óptica en un solo viaje.
–Eso depende de lo que le hayan contado acerca de mí. – respondo con tono osco. No termina de gustarme que un perfecto desconocido me llame gilipollas así de primeras. Definitivamente llego a la conclusión de que el narizotas este es un imbécil.
–En efecto, este es JuanVi, un gilipollas de los que quedan ya pocos en todo el globo terráqueo, créanme. Es el hombre perfecto para la misión que nos han encargado. No van a quedar defraudados con estos dos. Además son matrimonio y en este caso no es aplicable el dicho de “donde tengas la olla no metas la polla.” –
–Pueden ustedes jurarlo. Este mete más bien poco. Le tengo atado en corto.– mi Mari siempre dispuesta a meter baza y a airear nuestras intimidades.
–Ya conocen a tu esposa María. Como te has retrasado tanto ya le he presentado a la dama y a estos dos caballeros. –
–Disculpen ustedes. He llegado unos segundos tarde. – digo mientras recalco la palabra “segundos” – porque estaba resolviendo otra misión de extrema urgencia e importancia. Un asunto me que olía muy mal. Afortunadamente ya lo he solucionado.
–Es usted todo un profesional, apenas acaba una tarea y sin descanso ninguno ya está aquí con nosotros para afrontar otra. ¡Increíble! –
–Ha debido lesultarle muy dula la expeliencia. Viene usted sudando y jadeante. – esta vez el que habla es un fulano chino o japonés, nunca he sabido diferenciar a esta gente.
–Hombre, duro, lo que se dice duro, no tanto. Lo normal. –
–Bueno, ya está bien, la señorita y estos dos señores son los clientes que os pondrán al corriente acerca de la nueva misión. – interviene de nuevo Mister Patterson.
Son dos hombres, el chino, el de la nariz “respingona” y una mujer de cierta edad con el pelo canoso pero que debe mucho ser más joven de lo que representa su aspecto descuidado y con sus ropas definitivamente pasadas de moda. En mi Roma parecería una hortera.
–El doctor en ingeniería Bernar Izón Agudo, un experto en construcciones antiguas y con tres masters en pesca submarina y costura de punto de cruz. – me presenta Mister Patterson al narizotas estirado.
Encantado. – le digo mientras le estrecho la mano sin dejar de mirar su apéndice nasal. No sé, es algo inevitable e hipnótico.
–Esta es la doctora Eva Gina Seca, una reputada arqueóloga. –
–¿Reputada? Mal empezamos. – dice mi Mari observándola de modo desafiante y con cara de fastidio. Después me taladra a mí con una mirada de arriba abajo tan amenazante que casi me entran ganas de volver al cuarto de baño.
Míster Patterson carraspea intencionadamente a modo de desaprobación, y tras una leve pausa, continúa con las presentaciones.
–Este es el doctor Meh-Ca-Gao, de la Universidad de Pequín. Arquitecto muy famoso en China y que está colaborando en este estudio con la Universidad de Yale. Un sabio, ahí donde le ves.–
–Sayonara. – le digo a modo de saludo porque uno ha visto películas de esas que hacen en Antena3 entre anuncio y anuncio y no quiero quedar como un ignorante. Uno es gilipollas pero tiene su culturilla.
El tipo me mira raro mientras se agacha un poco para hacerme una reverencia de esas que hacen esta gente como signo de respeto. Después gira su mirada hacia sus compañeros encogiéndose de hombros.
–这家伙是个笨蛋。 Sayonara 的意思是再见或再见– (Este tío es idiota, Sayonara significa hasta luego o adiós, pero en japonés. Eso no es chino. (Ahora he tenido que aprender chino mandarín porque al autor le ha dado por meter personajes orientales. Y sin cobrar un plus. Creo que voy a dejar de trabajar para este individuo. Nota del traductor.)
–Al grano. – dice el narizón– no estamos aquí para perder el tiempo con presentaciones. La ciencia no puede esperar otros cinco mil años para resolver determinados misterios. –
–Muy bien ¿Y qué hay que hacer? –
–Prácticamente nada, solo observar y tomar nota de todo. Algo tan simple que lo podría hacer hasta un niño de teta, siempre y cuando sea gilipollas como ustedes y esté dispuesto a ir allí, claro. –
–No sé, muy bonito me lo pinta usted. Mi intuición me dice que no va a ser una misión sencilla. –
–Como decil ustedes: “cosel y cantal”. – sentencia el chino.
–A ver si lo he entiendo bien, sólo debo mirar y tomar notas, vale ¿Pero mirar qué? –
Esta vez es la mujer la que toma la iniciativa de la conversación:
–Desde siempre hemos sufrido la tremenda incógnita de cómo leches se construyeron las pirámides de la meseta de Guiza. Muchas son las teorías pero ninguna parece completamente acertada. –
–Entiendo, quieren que les revele el secreto de ese enigma. – respondo con bastante ilusión. No sé, algo me decía que iban a ir por ahí los tiros.
–Exacto. En muy poco tiempo podrá usted averiguar el secreto de la construcción de la Gran Pirámide, viene y nos lo cuenta. ¡Sencillo! –
–No me parece mal asunto. Espero tenerlo resuelto en unos días. Visto cómo ponían un par de pedruscos, vistos todos. –
–Más o menos. Lo importante es que usted pase desapercibido. Puede ser peligroso que esté zanganeando y tomando apuntes. Los faraones son muy mirados para conservar sus secretos y no digo nada cuando se trata de su propia tumba. Para ellos la vida de un espía vale menos que una cagarruta de perro.–
–Sabré arreglármelas. Pero hay algo que todavía no tengo claro ¿Para qué tiene que venir mi esposa a esta misión? –
–Fácil. –dice mi Mari. –Por dos razones: la primera es que no me quiero perder este viaje ni por todo el oro del mundo y la segunda es porque tengo entendido que ya en aquel entonces había egipcias en Egipto. No te voy a tener de mirón como si tal cosa, que te conozco.–
–Ja, te comprendo, María, pero tú lo tienes un poco más dificilillo. Te las tienes que arreglar para introducirte en la corte del faraón. Sabemos con toda seguridad que Keops construyó la Gran Pirámide, pero de él y los suyos no tenemos mucha información. Son dos misiones, de alguna manera, complementarias. –
–¡Una mierda! ¿Quieren que se meta mi Mari en la boca del lobo? ¡Ni hablar! –
–Oye.– me interrumpe mi mujer– ¿Desde cuándo tomas tú las decisiones? Yo sé defenderme solita. –
–Pues tú dirás. –
–¡Una mierda para los tres! ¿Quieren que me meta en la boca del lobo? ¡Ni hablar! – y me mira satisfecha.
–¿Lo ves? No es necesario que abras la boca cuando se trata de tomar decisiones que me afectan a mí. –exclama satisfecha.
–No debe pleocupal, está todo planeado. – dice el chino mientras se limpia las gafas con un pañuelo como sin dar importancia al asunto.
–¿Ah sí? ¿Y qué plan tan cojonudo es ese si puede saberse, Fumanchú? –
–No Fumanchú señol gilipollas, yo: Meh-Ca-Gao. –
–La que está a punto de cagarse soy yo. – responde mi Mari con cierto tono de preocupación.
–Calma los dos. – interviene Mister Patterson al cual, por sus gestos, no le está gustando demasiado cómo se está desarrollando la conversación– Yo conozco todos los detalles y creerme los dos que pocas veces está todo tan atado y bien atado. No tendréis problemas en el desarrollo de la misión. –
Mari y yo nos miramos durante unos segundos. Ninguno de los dos está convencido de este asunto pero tampoco queremos renunciar a semejante viaje.
–¿Entonces qué? – interviene el narizotas.
–¿Qué de qué? –
–Que si aceptan o no. Esto nos va a costar una fortuna y debemos confiar en ustedes dos del mismo modo que confíen en nosotros. –
–No sin conocer al dedillo los planes.– Ahora es mi Mari la que se muestra inflexible.
–Todo a su debido tiempo. Primero tienen que comprometerse en firme y después les revelaremos todo. No vamos a ir contando esas cosas a los primeros gilipollas que nos encontremos.–
–De acuerdo, pero podremos volvernos atrás si no nos convence. –
–Sí, por supuesto, aquí no se obliga a nadie a hacer nada contra su voluntad. – dice Mister Patterson tras sorber un trago de Whisky del caro y repantigándose sobre su sillón. Está seguro de tenernos ya en el bote.
–Sólo una cosilla. – interviene ahora la Eva Gina Seca–¿Puede usted ponerse de perfil? –
–¿Qué? –
–Aunque es usted un hombre bastante atractivo, quiero comprobar que podría pasar por un egipcio antiguo si le bronceamos un poco. –
Esta vez la que salta como un resorte mágico es mi Mari.
–¿Hombre bastante atractivo? ¡Sabía yo que era usted más reputada que las gallinas! –
–¿Qué me está diciendo usted, querida? Solo quiero asegurarme de que físicamente dan ustedes la talla. Mentalmente ya veo que son gilipollas auténticos. Eso es irrefutable y conveniente para el caso.–
Me incorporo, me pongo de perfil y hago posturitas con los brazos como en las imágenes egipcias. –
–Sí, gilipollas sel, dal talla. Y cuelpo pelfecto y helmoso. –
–Oiga, Chino ¿Le está usted tirando los trastos a mi marido? Creo que por ahí vas a dar en hueso.– Mi Mari ahora sonríe relajada.
–¿Tlastos? ¿Qué es tiral tlastos? –
–Mira macho, no tengo nada en contra de la homosexualidad, pero como te acerques a mí un solo paso de la ostia que te doy te dejo los ojos tan grandes como platos soperos. Yo soy de pescado.–
El fulano mira a Mister Patterson con cara de extrañeza. Creo que necesita una explicación.
–¿Qué decil su gente. No me entelo de nada. –
–Tranquilícese, señor Ca-Gao. Además de gilipollas son muy bromistas. No haga caso. Son frases hechas del idioma español.–
Se ponen en pie los tres y el narizón se acerca para darnos la mano a mi Mari y a mí.
–Pues todo arreglado. Mañana nos reuniremos para discutir hasta el último detalle de la misión y comenzar su entrenamiento. –
–¿Entrenamiento? – Exclamamos los dos al unísono.
–Por supuesto. Deben ustedes conocer muchas cosas acerca de la época a la que se van a enfrentar. Incluso no sería descabellado que aprendiesen la escritura jeroglífica. –
–¡Uf! Mal me lo pinta usted, señor Izón. Yo nunca he sido bueno para la caligrafía. Además, esta gente dibujaba halcones, pollos y signos muy raros. A mí me sacas de los emojis del Wathsapp y ya ando perdido. No creo que aprenda nada de nada. –
–Bueno, no tiene importancia. Eso no es imprescindible, pero es bueno ir preparado cuando va uno a los sitios. –
–Además tendrán que someterse a sesiones de rayos UVA. – dice la tiparraca. – Esa gente era bastante morena debido a que estaban al solazo todo en santo día. No pueden ustedes aparecer allí como turistas ingleses en Benidorm. –
–Cielto, dalían cante y todo a la mielda. –
–Mira el puto chino como se aprende de rápido los chascarrillos. – me cuchichea mi Mari.
–Anthony ya está preparando la máquina para llevaros con exactitud al lugar y tiempo acordado. – Dice Míster Patterson ya algo más relajado. A su parecer, nuestra aprobación tiene buena pinta.
Eva Gina se acerca a mí y me estrecha la mano
–No voy a negarles que la misión puede entrañar sus riesgos, nunca se sabe lo que puede deparar el futuro ¿O debería decir el pasado? ¡Joder que lío con esto de viajar el en tiempo! Pero confiamos en su profesionalidad ante cualquier imprevisto. –
–Haremos lo necesario, como hemos hecho siempre para salir vivitos y coleando. –
–¿Coleando? Creo que no has elegido la palabra adecuada, querido. Menos mal que esta vez voy yo contigo. –
Los tres se largan con gestos de satisfacción. Brenda les acompaña hacia la salida. Creo que les hemos causado una buena impresión.
Míster Patterson nos hace gestos para que permanezcamos en su despacho. Cuando estamos a solas se levanta de su butacón.
–He estado a punto de saltaros al cuello y ahogaros a los dos. – nos dice muy enfadado y con cara de vinagre.
–¿Por qué? ¿Qué hemos hecho mal? –
–¡Hombre! Les habéis hablado sin gota de respeto. Por un momento pensé que se iban a enojar y cancelar el encargo. –
–¿Nos hablas de respeto, Patxi? Ellos empezaron a insultar primero. ¿No has visto al narizonas como se refería a nosotros como gilipollas? –
–¡Joder, es lo que sois!–
–Bueno, en eso estamos de acuerdo, pero no hay necesidad ninguna de ir pregonándolo a los cuatro vientos.–
–Está bien. Pero que conste que estoy muy disgustado con vuestro comportamiento. –
–¿Qué le pasa a nuestro comportamiento? –
–Esta gente es educada y de gran cultura. No creo que se hayan tomado a bien vuestra actitud grosera. ¡Joder, que parecías poligoneros de los barrios bajos. O lo que es peor, auténticos gilipollas. –
–Es lo que somos, tú mismo lo has dicho. –
Mari ha permanecido callada pero asintiendo con la cabeza a cada una de mis palabras. Por fin abre la boca.
–¿Tiene usted por ahí algún diccionario? –
–¿Diccionario? ¿Para qué? –
–Necesito buscar la palabra “reputada”. Si es lo que creo que significa, ya la puede usted excluir a mi marido del proyecto. –
–¡Ja!. ¡Pero mujer! ¿No sabes lo que quiere decir “reputada”? –
–Supongo que puta al cuadrado o superputa. –
Míster Patterson sonríe por primera vez en toda la mañana. Abre un armario de roble y extrae de él un diccionario tan gordo que debe contener palabras que incluso ni existan.
Lo deja sobre la mesa de juntas y mi Mari se acerca a consultarlo. Tras pasar varias páginas buscando la palabreja en cuestión y desplazando su dedo índice sobre las hojas, por fin la encuentra. Lee en voz alta.
–Ajá, aquí está: “Reputada”, adjetivo. “Persona que tiene reputación o prestigio.” –
No queda satisfecha y sigue buscando.
–“Reputación”, opinión, idea o concepto que la gente tiene sobre una persona o cosa.”–
–¿Y bien? – le dice Míster Patterson–¿Satisfecha? –
–Sí, tenía yo razón. Esa pécora seguramente ha venido a flirtear con mi marido. ¡Claro, como sabe que yo soy gilipollas! –
–¿Pero qué dices, María? ¿Acaso no has entendido las definiciones de las palabras? –
–Perfectamente. Mi opinión, idea o concepto que tengo de ella es que es una golfa. Por lo que a mí respecta, esa es su reputación. El diccionario lo pone muy clarito. –
–¡Menuda pareja que tengo en nómina! Anda, largaros y descansad. Mañana empieza, de alguna manera, vuestra nueva misión. Haced caso a esos dos tipos y a la “reputada”. Saben lo que se hacen. –